Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Respuesta a Peces Barba


Si fuera cierto que los padres no se han preocupado nunca de la educación de los hijos, habrían transigido también con el intento de este gobierno de suplantarles en su papel educador

por Marisa Pérez Toribio

Opinión

Leía hace unos días con cierto asombro una larga entrevista de Gregorio Peces Barba en la revista Magisnet. Y digo con cierto asombro porque me costaba entender que una persona de la relevancia que ha tenido Peces Barba cayera en tal cúmulo de contradicciones e imprecisiones, cuando no falsedades, sobre diversas cuestiones educativas.

Se traslucían en dicha entrevista, como tantas veces, las filias y fobias de Peces Barba. Nos tiene muy acostumbrados desde hace tiempo a su beligerante laicismo, a su defensa a ultranza de la Educación para la Ciudadanía de este gobierno, al desprecio al papel educativo de los padres… pero la verdad es que esta vez, considerando que sus imprecisiones y falsedades no pueden deberse al desconocimiento, ha ido un poco más lejos en su interés expreso en confundir a la opinión pública y hacer ‘pedagogía social’ para que ciertas ideas particulares, abiertamente ideológicas y sectarias, vayan calando en la sociedad como si fueran principios absolutos, indiscutibles y admitidos por todos, como la existencia de una doble ética.

Afirma Peces Barba que “quien marca el modelo de enseñanza no son los padres, es el Estado. Eso está clarísimo en el artículo 27.2.” y que “La Educación moral de la ética privada que corresponde a los padres es la del artículo 27.3, y hay que distinguir entre las dos.”

Si fuera cierto que los padres no se han preocupado nunca de la educación de los hijos, habrían transigido también con el intento de este gobierno de suplantarles en su papel educador. Peces Barba hace, de forma consciente, una errónea interpretación de la Constitución Española (CE) al afirmar, una vez más, que existen dos éticas: una privada que es la que corresponde a los padres y otra pública que es la que corresponde al Estado.

Esta esquizofrénica opinión personal, carente de respaldo constitucional y de toda lógica, se está repitiendo desde hace varios años para tratar de justificar un inexistente derecho del Estado a conformar las conciencias de los menores a través de la educación. El artículo 27.2 de la CE no dice tal cosa, y Peces Barba lo sabe, del mismo modo que olvida intencionadamente que el artículo 27.3 sí reconoce de forma expresa “el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con su propias convicciones” un derecho que los poderes públicos tienen el deber de garantizar.

Este derecho fundamental se ha visto vulnerado, entre otras cuestiones, por la imposición de Educación para la Ciudadanía, que va en contra de los artículos 16.1 y 27.3 de la CE. Por ello miles de padres, esos padres de los que Peces Barba dice que “no se han preocupado nunca de la educación de los niños” (formulando, sin duda, un deseo personal que les facilitaría el asalto final a la formación de las conciencias de todos los menores) han emprendido hace años una batalla contra el Estado que ha obtenido un importante respaldo jurídico en los tribunales, en contra de lo que afirma en la entrevista de que “prácticamente todas las sentencias de juzgados y tribunales han sido favorables a la asignatura, y luego lo ha dejado cerrado definitivamente una contundente sentencia del Tribunal Supremo.” O desconoce las sentencias de los diferentes Tribunales Superiores de Justicia (algo que resultaría ciertamente sorprendente) o falta a la verdad.

Dichos tribunales han fallado mayoritariamente a favor de los padres, y la sentencia del Tribunal Supremo no ha cerrado definitivamente la cuestión; primero, porque no puede hacerlo, y segundo, porque ni siquiera ha entrado en el fondo del asunto. Por esta razón, los padres han recurrido en amparo de sus derechos fundamentales al Tribunal Constitucional, que es el tendrá que zanjar la cuestión en España y, en su caso, si la cuestión tuviera que decidirse en Europa, lo haría el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

En cuanto a la asignatura de religión, otra de sus obsesiones recurrentes, sus afirmaciones responden de nuevo al desconocimiento de la situación (cosa bastante improbable tratándose quien se trata) o a una voluntad expresa de engañar a la opinión pública.

Afirma Peces Barba, “No tiene ningún sentido que sea obligatoria en un Estado no confesional. La Religión tiene que ser voluntaria” y “Es contradictorio con la Constitución”. La asignatura de religión es, desde el año 1979, voluntaria, evaluable, pero no computable en el expediente del alumno que la elige libremente, y su presencia en la escuela garantiza el derecho recogido en el artículo 27.3 de la CE y responde a la existencia de un acuerdo entre el Estado y la Santa Sede con categoría de tratado internacional. La formación religiosa forma parte de la formación integral de la persona. Privar al hombre de esa formación, es negar su dimensión trascendente y una educación que obviara tan importante dimensión no podría contribuir, en ningún caso, al pleno desarrollo de la personalidad, como exige el art. 27.2 que él tanto cita. Por otra parte, el derecho de libertad religiosa exige de los poderes públicos promover las condiciones necesarias para que sea real y efectivo, como exige el artículo 9.2 de la CE.

En cuanto a la enseñanza pública, concertada y privada, Peces Barba traslada también una serie de opiniones personales, especialmente graves viniendo de un experto en temas constitucionales. Defiende Peces Barba la existencia de un ideario propio para los centros públicos, al que, además, deberían adaptarse también los centros de iniciativa social:“Cualquier colegio, como los del Opus Dei o de otras organizaciones, no pueden ser contrarios al ideario público”. Esta afirmación es extremadamente grave, primero porque los centros llamados públicos no pueden tener ningún ideario y su enseñanza debe ser neutral, y segundo porque cuestiona la presencia del ideario propio en los centros de iniciativa social, cuya existencia responde a la libertad de enseñanza y al derecho a la libertad ideológica y religiosa. Su existencia es, por tanto, la garantía de que se respeten estos derechos fundamentales y no es, como sostiene Peces Barba, “subsidiaria” de la pública y “una concesión muy generosa de la democracia” que el gobierno puede decidir suprimir en cualquier momento, como ya se está planteando.

Concluyo volviendo a la provocadora frase que aparece en el titular de la entrevista: “Los padres no se han preocupado nunca de la educación de los niños.” ¡Qué más quisieran algunos, incluido Peces Barba! Si fuera cierto que los padres no se han preocupado nunca de la educación de los hijos, habrían transigido también con el intento de este gobierno de suplantarles en su papel educador. La inmensa mayoría de los padres lo que han hecho toda la vida ha sido confiar en aquellos que les han ayudado en la tarea de educar a sus hijos. Esa confianza se ha visto gravemente traicionada, hasta el punto de intentar arrebatar a los padres, por ley, la formación moral de sus hijos, y por eso se ha producido la importante reacción social frente a Educación para la ciudadanía, que no ha sido más que el despertar de un importante movimiento social en defensa de la libertad de educación.

Marisa Pérez Toribio es Presidenta de "España Educa en Libertad"
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