Bernanke: crear más dinero no es la solución (salvo para algunos)
por Apolinar
Ayer, mi hija me preguntó que, si hacer dinero era tan fácil como imprimir billetes de papel, por qué no se imprimían muchos más y así todos éramos ricos. Mi primer temor fue que el filtro de Internet hubiera fallado y mi hija hubiese quedado expuesta al último discurso de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, en el que, más o menos, venía a decir lo mismo que mi hija, que el banco central que preside está dispuesto a crear todo el dinero que sea necesario hasta que la economía se recupere.
¿Se puede recuperar una economía creando dinero? No, una economía se recupera creando riqueza, y así se lo expliqué a mi hija: el dinero, en sí, no es riqueza, sino un medio interpuesto para adquirirla. Y le aconsejé que si quería conseguir dinero honestamente que procurara crear riqueza de verdad y no buscar el modo de imprimir billetes. La simple creación de dinero, como proponía ella desde su mente infantil y Bernanke desde una mente mucho menos inocente e ingenua, solo hace que el dinero pierda valor y, eso sí, soluciona los problemas económicos de quienes reciben ese dinero recién creado sin haber dado nada a cambio.
Le puse este ejemplo: supongamos que hemos producido riqueza, por ejemplo una silla, y alguien nos ha dado por ella un billete de 100 euros. Con ese billete, ahora podemos adquirir los bienes que haya producido otra persona, por ejemplo, los libros del colegio. Pero si el Estado imprime un billete de 100 euros y símplemente me lo regala, eso no quiere decir que se haya producido riqueza. La riqueza es la misma. Solo quiere decir que el Estado ha aumentado de forma arbitraría mi poder de puja por los bienes escasos de la economía, en perjuicio de todos los demás.
El Catecismo nos recuerda que la actividad económica, en particular la economía de mercado, necesita desenvolverse dentro de un sistema monetario estable (número 2.431), donde nuestro billete de 100 euros, que tanto esfuerzo nos ha costado ganar, conserve su poder de puja (su poder adquisitivo) y no se vea diluido.
¿Requiere la necesidad moral de un sistema monetario estable que se elimine la capacidad discrecional del Estado, a través de los bancos centrales, de crear dinero de la nada, sin más limitación que su conciencia? El Catecismo, obviamente, no dice nada. Pero una cosa es cierta, la misma lógica que tiene la creación de dinero por parte de un banco central es la que tiene la creación de dinero por parte de un falsificador, con la única diferencia que cuando el dinero lo imprime un banco central es una actividad legal, pero cuando lo imprime un falsificador es una actividad reprobable y delictiva. Sin embargo, el acto económico ha sido exactamente el mismo en ambos casos.
Insito, el dinero, en sí, no es riqueza, tampoco es capital, es solo el medio que comúnmente usamos para pujar y hacernos con la riqueza y el capital. La diferencia entre un millón de euros y un millón de billetes de “Monopoly”, es que el millón de euros tiene capacidad de puja por los bienes escasos de la economía que todos deseamos, mientras que el dinero del “Monopoly”, no tiene tal poder de pujar, aunque también esté hecho de papel y tenga números impresos. Un fajo de billetes por un millón de euros puesto en medio de un polígono industrial no es lo mismo que una factoría que cueste un millón de euros puesta en ese mismo polígono industrial. El fajo de billetes, por sí solo, ni crea riqueza ni es capital, pero es el medio para adquirir la factoría que sí crea riqueza y es capital.
La simple emisión de más dinero por parte de los bancos centrales (o por parte de los falsificadores) solo soluciona los problemas económicos de aquellos que reciben ese dinero recién creado. Pero la simple emisión de más dinero no soluciona los problemas actuales de la economía, que son básicamente un exceso de endeudamiento y la existencia de millares de negocios, grandes y pequeños, que sin la burbuja financiera e inmobiliaria, ya no son viables y habrá que reconvertir.
El Catecismo también nos recuerda que “toda forma de tomar… injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento” (número 2.409). No importa lo que digan las leyes sobre las potestades de los bancos centrales para crear dinero de curso legal de forma discrecional, ni lo que digan sus economistas sobre la necesidad de que la política económica cuente con una base monetaria “flexible” (ejem...) que permita a los gobiernos afrontar los desafíos de la economía moderna, social y de progreso, por muchas modelizaciones matemáticas que usen para convencernos. Detrás de la creación de dinero de la nada hay una forma injusta de tomar indirectamente el bien ajeno, igual que la hay detrás de la creación de moneda falsa, que se intercambia con engaño por la riqueza que otro ha producido con esfuerzo.
Si por las circunstancias actuales es necesario despenalizar el delito de "creación de dinero por parte de los bancos centrales", pues que se despenalice. Pero llamemos a las cosas por su nombre, porque lo que hay detrás de la creación de dinero de la nada, en favor de unos y en contra de todos los demás es solo una forma sútil y científicamente correcta de robo. Siga Vd. la pista de quién se beneficia primero de cualquier dinero creado legalmente de la nada (que no legítimamente) y entenderá muchas cosas sobre cómo funciona nuestra sociedad hoy, quienes son los nuevos amos y quienes son sus siervos.