Viernes, 22 de noviembre de 2024

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No fue en sus embajadas donde más judíos salvó Franco

por En cuerpo y alma

 
            Dado que ignorar y seguir silenciando la política del Régimen franquista hacia los judíos se había convertido ya en una labor quimérica imposible, los argumentos esgrimidos por los censores de la Memoria Histórica para seguir desvinculando al Régimen de su política de salvamento de judíos han venido siendo tres.

            Primero, que dicho salvamento era obra personal, y hasta contraria a las directrices marcadas por su Gobierno, de los diplomáticos que trabajaban en las embajadas españolas en Europa y particularmente Hungría, Grecia, Rumanía y Bulgaria, en lo que se antoja una especie de golpe de estado de los embajadores.

            S
egundo, que dicha labor de rescate de judíos se realizaba exclusivamente en las embajadas españolas y que no conoció otras manifestaciones.

            Y tercero, que la misma se realizó exclusivamente al final de la Guerra Mundial, cuando ya estaba más que claro que los nazis la perdían y no era sino una suerte de brindis al sol para recabar la simpatía de las potencias que iban a ganarla. Argumento que, por cierto, invalida al primero, porque o el Gobierno no había dado instrucciones de salvar judíos, a pesar de lo cual sus diplomáticos lo hacían, o bien el Gobierno había dado instrucciones de salvar judíos para congraciarse con los que ya se preveían como seguros vencedores de la contienda… pero lo uno y lo otro a la vez… Es una de las cosas fascinantes de las muchas que tiene el argumentario de los censores de la Memoria Histórica por lo que al Régimen franquista se refiere, que admite una cosa y su contraria… ¡Si Aristóteles levantara la cabeza!
 
            Pues bien, suficientemente demostrada la falacia que se contiene en el primero de los argumentos, es decir, que los diplomáticos españoles actuaron a espaldas del Gobierno (pinche Vd. aquí si le interesa el tema), toca hoy desmontar también la falacia no menor que se esconde en los dos segundos. Y como siempre, para hacerlo vamos a ir a las fuentes más autorizadas sobre el tema.
 
            Haim Avni, en su obra “España, Franco y los judíos”, la Biblia por lo que al rescate de judíos por España durante la Segunda Guerra Mundial se refiere, hace, para empezar, el siguiente balance de lo realizado en las embajadas españolas:
 
            “El número total de judíos salvados como consecuencia de la protección española en Hungría, Bulgaria y Rumanía fue de unos tres mil. A esta cifra hay que añadir los 235 súbditos espñaoles de Atenas que se salvaron por medio de la protección que Sebastián Romero Radigales, en nombre de España, les proporcionó de manera desinteresada. De ahí que el número máximo de judíos que protegió España, y así se salvaran quizá del Holocausto, fue de 3.235” (op. cit. pág. 172).
 
            De aceptar como cierta la cantidad que en sus memorias expresa el italiano Giorgio Perlasca, que trabajó codo con codo junto a Sanz Briz en la Embajada de Budapest, declarando haber salvado hasta 5.200 judíos sólo en ella, entonces la cifra aportada por Avni debería crecer hasta unos 7.500 judíos rescatados en todas las embajadas españolas.

            Ahora bien, ¿fueron éstos todos los judíos salvados gracias a las gestiones del Gobierno de Franco? Ni muchísimo menos. Del propio Haim Avni volvemos a recabar un balance:
 
            “Según los informes oficiales del American Join Distribution Comitee, se puede llegar a al conclusión de que por España pasaron entre 53.000 y 63.000 refugiados [judíos]. Sin embargo, parece que estas cifras son muy exageradas” (op. cit, pág. 88).
 
            Tan “exageradas” que Havni realiza una serie de consideraciones que yo les voy a ahorrar a Vds. para al final obtener su propia conclusión, que él, naturalmente, estima más acertada:
 
            “De lo antes expuesto se puede calcular que se salvaron pasando por España durante la primera mitad de la guerra unos 30.000 judíos” (op. cit. pág. 89).
 
            Afirmación en la que invito a Vds. a anotar la fecha: “durante la primera mitad de la guerra”, es decir, hasta 1942, cuando todo apuntaba a que el seguro vencedor de la contienda sería Hitler.
 
            No es esto todo, porque según el propio Avni, “a partir de noviembre de 1942 y hasta la liberación de Francia en agosto de 1944, España dio asilo a todos los refugiados judíos que llegaban ilegalmente” (op. cit. pág. 122).
 
            Y trata de evaluar en cifras lo que es la labor rescatadora del período:
 
            “El número de judíos salvados por España durante 1944 puede llegar a lo sumo a 1.500, y por tanto, entre el verano de 1942 y el otoño de 1944, el máximo será de 7.500. Merecen especial mención unos 600 jóvenes y niños que el ejército judío de Toulouse pasó clandestinamente a España".
 
            A lo que añade una interesante coletilla:
 
            “Si no se salvaron más fue por efecto de las fuerzas de la naturaleza y de los nazis que patrullaban las laderas rocosas y heladas de los Pirineos” (op. cit. pág. 122).
 
            Y aún una segunda, no menos reveladora:
 
            “Sin embargo, […] la lentitud con la que se evacuó a estos refugiados judíos de España afectó al salvamento legal de los judíos” (op. cit. 122)
 
            ¿A qué se refiere Avni? Nos lo explica el otro gran experto en el tema, el historiador alemán Bernd Rother, autor de “Franco y el Holocausto”:
 
            “No se encontraron países dispuestos a acoger a estos judíos tan rápidamente como España había esperado” (op. cit. pág. 407).
 
            Al propio Rother debemos estas cifras que sirven para poner en contexto la labor humanitaria de la España franquista por lo que hace a los judíos. Son cifras que se refieren a las dos grandes “potencias” en lo relativo al mismo tema, Suecia y Suiza. Pues bien:
 
            “Suecia acogió a la mayoría de los judíos noruegos, daneses y finlandeses, en total unos 10.000. En Hungría se distribuyeron 20.000 pasaportes de protección suecos […] Suiza dio asilo a 230.000 personas durante la guerra, de los cuales 22.000 eran judíos” (op. cit. pág. 409).
 
            Y añade aún algo no menos significativo que puede Vd. colocar en los corchetes que he emplazado en la cita anterior:
 
            “Según los cálculos de los archivos estatales de Suiza, en este país se negó la entrada a un mínimo de 40.000 personas que buscaban asilo político, en su mayoría judíos” (op. cit. pág. 409)
 
            España pues, el Gobierno franquista de España para ser más precisos, no solo redimida como salvadora de judíos, sino convertida en el gran campeón del rescate: en un cálculo que su autor, Haim Avni, presenta como deliberadamente escueto frente al que realizan otras instituciones más “generosas”, España salva 37.500 judíos a los que acoge como refugiados, a los que añadir esa cifra indeterminada que se halla entre los 3.000 y los 7.500 que salva en sus cancillerías europeas. En total, un mínimo de 40.000. Suecia, según Rother, 30.000. Suiza, según el mismo Rother, 22.000 (1).
 
            Y con dos datos bien significativos. Primero, se habrían salvado más si las potencias hubieran colaborado. Y segundo, hasta un 75% de los salvados de la muerte lo son en la primera mitad de la guerra, repitámoslo, cuando todo apunta todavía a un seguro triunfo de los nazis.
 
            Esta es la rigorosa verdad histórica. Lo demás es política, es manipulación, son intereses creados... pero no historia.
 
            Disculpen Vds. la insistencia en el tema. La mentira me subleva. Y que la repitan millones de personas haciéndose encima pasar por cultos y modernos poniendo la boca gorda para hablar, aún más. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
 
 
 

  1. En la misma línea de lo realizado con Sanz Briz, Romero Radigales y demás diplomáticos, no faltará un censor de la Memoria Histórica para esgrimir que los controladores de fronteras no trabajaron menos a espaldas del Régimen que su cuerpo diplomático, dejando pasar judíos por los Pirineos en abierta rebeldía con las instrucciones recibidas. Con lo que nos encontraríamos con la curiosa paradoja según la cual, pocas veces en España ha hecho todo el mundo lo que le ha salido del ombligo como en los tiempos de la feroz Dictadura franquista.

 
 
 
            ©L.A.
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