Ultima hora del caso de la sudanesa embarazada condenada a cien latigazos y a muerte
por En cuerpo y alma
Si hace solo dos días informábamos a Vds. del caso de Meriam Yahia, María Juana en español (pinche aquí para conocerlo), hoy tenemos que contarles que gracias a Dios, el caso ha saltado a los titulares de los grandes medios internacionales, y así, veo hacerse eco a NBC News, a la BBC, a la CNN, o ya en casa, a todos los telediarios, El País, etc., de lo que me felicito no sólo por la suerte de Meriam Yahia, sino también por la de la de todos los cristianos que viven en Sudán y también en otros países como Nigeria, Pakistán, China, Corea del Norte, Arabia Saudí, Siria, Irak, Egipto y tantos otros, cuya única esperanza pasa precisamente porque el mundo conozca la pesadilla en la que viven. Y no estamos hablando de unos miles, o de unos pocos millones, no, sino de muchos, pero muchos cientos de millones de cristianos (pinche aquí si quiere conocer un informe pormenorizado sobre el tema).
Pues bien, siguen saliendo a la luz datos que hacen aún más escalofriante el caso de Meriam Yahia, condenada como saben Vds. a cien latigazos por adulterio (zina), -un adulterio cometido ¡¡¡con su propio marido!!!-, y a muerte por apostasía (ridda), tras una denuncia de un hermano corroborada por otros parientes, estando como está embarazada de ocho meses, y encerrada en prisión (y prisión sudanesa) con su otro niño de 20 meses de edad.
Para empezar, y según informan muchos de los medios internacionales, la Constitución de Sudán garantiza el derecho a la libertad religiosa, por lo que difícilmente puede entenderse que el Código Penal recoja la pena de muerte para una persona que se convierte de una religión a otra, aunque esa religión que uno abandona sea el islam. Y por cierto, no sólo la Constitución sudanesa… porque si bien es cierto que también contiene preceptos que abundan en la dirección contraria… ¡¡¡el propio Corán afirma que “no cabe coacción en religión” (Co. 2, 257)”
Pero es que por si todo ello fuera poco, María Juana no ha abandonado el islam… ¡¡¡porque nunca fue musulmana!!! María Juana es producto de la unión entre un musulmán sudanés y una cristiana copta etíope que, por alguna circunstancia, acabó alejada de su marido y crió a su hija como cristiana. ¿En que se basa pues el tribunal para decir que María Juana era musulmana? Pues bien, en el hecho de que todo hijo de padre musulmán, ES musulmán.
Dicho todo lo cual, María Juana no tiene que retornar a un islam que nunca profesó, sino convertirse a toda velocidad, razón que hoy nos explica mejor el hecho de que la sentencia prevea la asistencia de dos supuestas ONGs, una de ellas vinculada a los Hermanos Musulmanes, para auxiliar a María Juana en su conversión. Una conversión que por cierto, y según leeemos también en varios medios, ha rechazado ya María Juana, a pesar de que aseguraría la anulación de la pena de muerte que pende sobre ella, lo que nos da buena prueba de la clase de mujer ante la que nos hallamos.
Soy de los que cree que la visión del islam que refleja la sentencia sudanesa es una visión radicalizada y perversa que no comparte la totalidad del mundo islámico. Entre los musulmanes hay, como entre los cristianos, como entre los judíos, como entre todos los prosélitos, personas pacíficas y personas que no lo son, personas buenas y personas que no lo son, personas que creen en la libertad y personas que no creen. Ante un caso como el de María Juana urge que los musulmanes buenos, que los musulmanes pacíficos, que los musulmanes que creen en la libertad, que los hay y a millones, muchos más que los que no lo son, se pronuncien, alcen la voz, y digan a sus correligionarios (de los que por cierto, ellos son sus primeras víctimas): ¡basta, este no es el camino! Algo que nos gustaría ver negro sobre blanco en algún documento de las Cumbres Islámicas (cincuenta y siete estados-miembro) o de la Liga Arabe (veintidós estados-miembro).
Leo también en algún medio que, en un alarde de clemencia del tribunal, la ejecución de la condena será postpuesta dos años para que María Juana pueda dar a luz al hijo que lleva en el vientre y amamantarlo. La diplomacia del mundo está obligada a salvar la vida de María Juana, y no se puede decir que no vaya a tener tiempo. Pero sobre todo, está obligada a acabar definitivamente con la persecución de personas en cualquier lugar del planeta a causa de sus creencias religiosas. Y los instrumentos existen.
Esa lucha ya tenía un rostro: el de Asia Bibi. En este momento tiene nuevas caras: la de las trescientas niñas nigerianas secuestradas por Boko Haram… y ahora también la de María Juana. Es triste que el terror no exista hasta que los medios mundiales se dignan ponerle cara. Pero aun lamentando que eso sea así, felicitémonos al menos de que ya lo haya hecho. Ahora a trabajar.
Que hagan mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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