San Jaime Hilario Barbal
El 18 de enero se celebra la fiesta de uno de los 11 santos de la persecución religiosa en la España de los años 30: se trata del hermano de La Salle, Jaime Hilario Barbal Cosán que fue beatificado el 29 de abril de 1990 y canonizado el 21 de noviembre de 1999 por el Beato Juan Pablo II junto a los mártires de Turón.
Su vida
Manuel nació en el seno de una familia de campesinos del Pirineo de Lérida y toda su vida fue un claro ejemplo de las virtudes de aquellas gentes de su tierra: tenacidad, nobleza y realismo. Antes de ingresar en el instituto de La Salle fue alumno del seminario de La Seu d´Urgell. Estuvo en Manresa, Oliana y Mollerussa, dedicado a la enseñanza, su vocación y el objetivo de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Cambio su nombre de pila por el de Jaime Hilario en su profesión.
Sus padres
Me parece hermosa la descripción que él mismo nos dejó de sus padres:
“Mi padre es un cristiano ejemplar, y modelo de ciudadanos honrados. Es irreprochable en su conducta, palabras y procederes. Es prudente y moderado en el hablar, manifiesta mucha delicadeza, tiene don de gentes y sorprendente facilidad de palabra. Siempre comprensivo y optimista, amigo de las tradiciones, de voluntad fuerte y sin consideraciones humanas, Nunca ha dejado de cubrirse la cabeza con la típica “barretina” catalana, cuando, en pleno siglo XX, tantos la habían abandonado.
Mi madre era una santa, tipo y modelo del ama de casa cristiana. Vivió sembrando dulzura y amor. Cariñosa, dulce, sufrida, inalterable ante las penas y amarguras, sin acobardarse por el peso de los trabajos que recaen sobre el ama de una casa de campo algo importante. Economizadora, sin dejar que nada se perdiera o estropeara por negligencia. Ordenada, pues una casa de campo es como un pequeño mundo donde hay de todo, pero si falta el orden, la vida allí se hace imposible. Nunca se sentía ofendida, lo perdonaba o disimulaba todo. Sonriente aunque pasara penas que no comunicaba, alegre aunque sintiera amargura en el corazón”.
Os esperaré en el cielo
Detenido en Mollerusa al estallar la guerra, ingresó en la cárcel de Lleida y luego en el barco prisión “Mahón”, anclado en el puerto de Tarragona. Se conserva el texto de todo el juicio, que tuvo lugar en una de las salas del seminario de Tarragona, donde actuaban los tribunales populares creados en aquellas circunstancias. En estas actas queda claro que la única razón de su condena a muerte es la de ser religioso.
Así que, el 15 de enero de 1937, fue juzgado, junto con otros. Aunque podría haber escapado, diciendo que era el jardinero del colegio, no quiso esconder su condición de hermano lasaliano; aunque el abogado pidió el indulto, se le negó, siendo el único condenado de los 25 juzgados aquel día. El 18 de enero, por la tarde, fue fusilado en el cementerio de la Oliva, en Tarragona. Murió diciendo "morir para Cristo es vivir, amigos míos".
Así que, el 15 de enero de 1937, fue juzgado, junto con otros. Aunque podría haber escapado, diciendo que era el jardinero del colegio, no quiso esconder su condición de hermano lasaliano; aunque el abogado pidió el indulto, se le negó, siendo el único condenado de los 25 juzgados aquel día. El 18 de enero, por la tarde, fue fusilado en el cementerio de la Oliva, en Tarragona. Murió diciendo "morir para Cristo es vivir, amigos míos".
Al ser condenado a muerte, escribió esta carta de despedida a su familia: “Querido padre (su madre ya había fallecido) y familia: he sido juzgado y condenado a muerte. Acepto contento la sentencia. No me han hecho ningún cargo. Sólo porque soy religioso he sido condenado. No lloréis; no soy digno de lástima. Moriré por Dios y por mi patria. Adiós, os esperaré en el cielo. Manuel Barbal”.
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