Jueves, 21 de noviembre de 2024

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De ZP en el Vaticano o de un elefante en una cacharrería

por Luis Antequera

 
            Es difícil determinar cual de todas las políticas de estado es la que más se ha visto afectada por la incompetencia del Sr. Zapatero y de la práctica totalidad de los miembros de su equipo de gobierno. Personalmente, y a pesar de las dificultades que inevitablemente halla uno para pronunciarse -la política económica, la política antiterrorista han hecho también méritos sobrados para ser nominadas-, soy de los que cree que tan discutible honor le cabe a la política exterior, entre otras cosas, por las grandes repercusiones que, contrariamente a lo que piensa el Sr. Zapatero al que siempre le ha aburrido mucho, tiene sobre la política interior.

            Sólo a modo de ejemplo de los cien mil que se podrían traer a colación, trate de imaginar el lector las importantísimas consecuencias que para España tuvo la adhesión a las Comunidades Europeas. O ya en tiempos más cercanos, -algo que no se le ha reprochado suficientemente al Sr. Zapatero-, la renuncia unilateral de nuestro presidente, a cambio de nada, absolutamente nada, simplemente porque estaba cansado y quería volver pronto a casita, a unos fondos estructurales que tan bien habrían venido a nuestro país en unos momentos en los que, como en los actuales, la inversión pública está prácticamente paralizada. Cuando además y para colmo, el asunto había sido ya negociado, no con poco esfuerzo y dedicación por cierto, por su antecesor, el Sr. Aznar, y al Sr. Zapatero sólo le tocaba ratificarse en lo ya dicho y firmar lo ya acordado.
 
            Los errores cometidos en la política exterior española desde que el Sr. Zapatero es presidente del Gobierno y el Sr. Moratinos su canciller, han ido desde graves hasta de lessa patria. El cometido ayer por el Presidente en el Vaticano al rendir visita a su homónimo italiano después de hacerlo al Papa, Jefe de Estado a los efectos del Estado Vaticano, ha sido de los graves, imperdonables, y por encima de todo, ¡¡¡absolutamente innecesario!!!
 
            Pero vamos a ver, ¿qué demonios ganaba el Presidente con irse a ver a Berlusconi justo después de visitar al Papa, cuando sobradamente conocido es en el ambiente diplomático, que después de ver al Papa no se rinde visita a las autoridades italianas? ¿Y todo para qué? ¿Para ganarse como se ganó, el sonoro desprecio del primer ministro italiano que le dejó plantado en medio de la rueda de prensa en un desplante colosal, carente de sentido y sin precedentes? Desaire del que no es que nos hayamos hecho eco en España, es que ha sido recogido por toda la prensa internacional, ora italiana, ora francesa, ora británica...
 
            El Sr. Zapatero es, en estos momentos, el gran leproso de la escena internacional, un señor con el que no se hace la foto ni el fotógrafo. Tanto que, en lugar de hacerse tanto de rogar, lo que debería hacer con el Papa es agradecerle profundamente el detalle.

            Sirva al menos el suyo, como ejemplo de lo que ningún otro presidente de gobierno español ni ministro de exteriores deben volver a hacer nunca. Y nunca es nunca. Payasadas tales como las de no levantarse ante la bandera de un país soberano que, para colmo, es aliado y el más importante del mundo; visitas a arrogantes sultanes que no se privan de recibirle ante un mapa de España mutilado; plantones a los principales socios internacionales como el dado a Polonia en 2004; recepciones en el Ministerio de asuntos exteriores a quienes no son otra cosa que petulantes y engreídos consejeros de regiones españolas; visitas oficiales a partes del territorio nacional cuya ocupación provisional por una potencia extranjera no ha sido nunca reconocida por España...

            Y por supuesto, desplantes a quien -aunque como bien sabía Stalin y constató Gorbachov no tuviera otra división que la Guardia Suiza- es uno de los principales agentes de la política internacional: el Papa. Un Papa al que el Sr. Zapatero, en su ignorancia supina y su ideología estancada en la edad del pavo en la que está estancado el entero personaje, ya le lleva dados dos, los cuales le descalifican a él tanto como engrandecen a aquél al que intenta agraviar: el que le brindó con su premeditada ausencia cuando el Papa visitó Valencia en 2006, y el de ayer. No es que yo espere mucho de Berlusconi ni que sea santo de mi devoción, pero ya hay quien apunta que su desaire pudiera estar relacionado con el de Zapatero al Papa.
 
            Lo dicho, un elefante en una cacharrería: eso es el Sr. Zapatero en la escena internacional.

            Y si al menos fuera sólo la escena internacional...

 
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