De la lucha de los sexos, más comúnmente conocida como "ideología de género"
por Luis Antequera
Llama la atención la deriva sin rumbo que lleva en los últimos tiempos la izquierda en general, y muy en particular, la izquierda española. Y es que lejanos quedan ya los tiempos en los que luchaba por la igualdad entre las personas, algo que no retrata en modo alguno a un partido que, como el PSOE, defiende el no reparto del agua, la existencia de agencias tributarias para ricos en Cataluña y para pobres en Andalucía, que el dinero público no es de nadie, o a sindicatos que representan a los que tienen trabajo fijo pero ignora a los que no tienen trabajo, cuando el índice de éstos se acerca peligrosamente al 20% de los trabajadores.
Por otro lado, y a menos que unos años más de Gobierno Zapatero vuelvan a reproducir las condiciones de desigualdad reinantes en España en los tiempos peores del s. XX, la triunfante sociedad de las clases medias y el estado del bienestar convierten en trasnochado y extemporáneo el discurso de la lucha de clases y el conflicto social.
Así las cosas, una izquierda intelectualmente huérfana se ve obligada a hallar nuevas fuentes ideológicas que justifiquen su existencia. Pero la izquierda, como es natural, no olvida fácilmente los conceptos natales que le dan razón de ser, y el de la lucha es uno de ellos, si no el más importante, de lo que es buena prueba una de las grandes declaraciones programáticas realizadas por ese gran pensador de la izquierda llamado Zapatero cuando, a micrófono cerrado, decía con la torpeza natural que engalana su discurso aquello de que “nos conviene que haya tensión”. Y a falta de razón de ser en la desigualdad social tan venida a menos, conviene buscar las razones del conflicto en nuevos caladeros. Pues bien, a los efectos, ¿qué mejor que hallarlos en algo que nos divide a la humanidad exactamente por la mitad, como es el sexo, para que cumpla el papel que en su día cumplieran en la terminología marxista las clases sociales?
Algunos lo dan en llamar ideología de género, usando una palabra, “género”, que no concuerda bien con el concepto al que hace referencia, porque el género es una condición de las palabras y no de las personas. Yo propongo una denominación que me parece más adecuada y expresiva: la lucha de los sexos, una lucha de los sexos convertida en el catalizador del cambio social que constituye el verdadero objeto del Gobierno Zapatero a través de objetivos como la sociedad de las cuotas frente a la sociedad del mérito; el desarme en valores de la sociedad en su conjunto y de la juventud en particular mediante laxas leyes de educación; catecismos como el de la “educación para la ciudadanía” y hasta nuevas asignaturas que ya se anuncian en lontananza como “feminismo”; la sexualidad desordenada, con la separación de la práctica del sexo de los valores a los que de modo natural se halla íntimamente unido en el ser humano, cuales son el amor, la fidelidad y la responsabilidad; la promoción del aborto, convertido ahora en derecho del sexo femenino; la definición de delitos que comete un sexo contra el otro, que no lo son cuando el que los comete es el otro sexo contra el primero; la desvirtuación del concepto de matrimonio mediante leyes que promueven el divorcio express o la identificación del matrimonio con fórmulas de relación que, aunque legítimas, no son matrimonio; y la eliminación de los enemigos naturales de la lucha de sexos mediante leyes de culto y de objeción de conciencia –los próximos proyectos del Gobierno- que sirvan para su sometimiento.
Todo ello en aras de lo que constituye el objetivo último de la lucha de los sexos: la desestructuración de la familia, concebida ahora como el escenario en el que se desarrolla de la lucha de sexos, y también la de las generaciones, en lugar de como la célula básica de la sociedad en la que ésta prepara y culmina su perpetuación.
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