Del insoportable hedor relativista que destilan los partidos en España
por Luis Antequera
No tengo la suficiente información para saber si ocurre en todos los países del mundo, aunque sospecho que habrá algunos en los que sí y otros en los que menos. De lo que sí doy fe es de que en España el proceso de relativización del mensaje, y en consecuencia el de las ideas que deberían avalarlos, va a más; que lo lleva practicando la izquierda mucho tiempo, pero que al día de hoy afecta también, y dramáticamente, a la derecha; y que ha dado como resultado que, cada vez más, el ciudadano desconozca lo que el partido político al que vota le propone como ideario o como solución a cada problema, porque eso es algo que cambia al albur del momento, del lugar, de las circunstancias y de las personas.
Dos pequeños ejemplos ocurridos en los últimos días lo han puesto claramente de manifiesto. Uno de ellos es el caso del empadronamiento de inmigrantes sin papeles, el otro es del famoso almacén temporal centralizado (ATC) de residuos nucleares.
En el primero de los casos, observamos a un partido que propone una ley nacional, partido cuyos representantes, en una ciudad de España, Vich, deciden incumplirla, pero que cuando, según dicen ellos, es incumplida en otra ciudad de España, Torrejón, entonces escenifica la más aguerrida oposición, llegando a ausentarse de los plenos en los que se trata el tema. Para después de todo, los representantes de su mismo partido en otra administración, la central, declarar finalmente que la ley se va a reformar para hacer exactamente aquello que el ayuntamiento de cuyos plenos sus concejales se ausentaban, hacía.
El segundo caso no es menos peliagudo. El Gobierno de la nación decide que es llegado el momento de instalar un almacén para residuos radiactivos. Un ayuntamiento catalán, Ascó, decide presentar su candidatura, lo que hace con los votos favorables del representante del partido del Gobierno de la nación, y de los de otro partido, CiU, el cual sin embargo, a nivel regional, se pronuncia negativamente, y como ella, el Presidente de la Generalitat, que no sólo es correligionario del concejal que apoya el almacén en su ciudad, sino, por si fuera poco, el que en su día, siendo ministro, elaborara la ley que permitía otorgar a Vich el citado almacén nuclear.
¿Se creen Vds. que ante tanta despropósito aprovecha el PP para dar un mínimo ejemplo de coherencia? No, hombre por favor, ¡qué tontería! ¡Coherencia! ¿Qué es la coherencia y para qué sirve? Escuchen Vds. lo que sigue. Resulta que junto a la ciudad catalana de Ascó presenta su candidatura otra castellano-manchega gobernada por el PP, Yebra, con el apoyo de sus concejales en la ciudad. Nada extraño desde el punto y hora en que, al menos en teoría, el partido en cuestión es favorable al aumento de la cuota nuclear en el paquete energético español. Pues bien, el Partido Popular hace saber... ¡¡¡que va a expedientar a los concejales que han votado a favor del ATC!!! Lo cual hace por boca de la secretaria general del Partido en la región castellano-manchega, que, como concurre la circunstancia de que ocupa el mismo cargo o parecido a nivel nacional (¿me siguen?)... pues resulta que la señora en cuestión está a la vez... ¡¡¡a favor y en contra de la ATC!!!
Todo lo relatado me recuerda a una reunión de vecinos a la que acudí en una ocasión. Se trataba de votar la instalación de un ascensor. Uno de los vecinos era propietario de un primero y de un sexto. A la hora de decidir, y para sorpresa de todos, emitió el siguiente voto: con el sexto piso votaba “sí” al ascensor, con el primero votaba “no”. ¡¡¡Se había quedado sin voluntad!!! ¡¡¡El bueno de mi vecino se había quedado sin voluntad, y no era él el que votaba sino los pisos los que votaban por él!!! Pues así, o peor, la política nacional. Como diría alguno... ¡de vómito!
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