De un hermoso ejemplo, éste sí, de diálogo íslamo-cristiano
por Luis Antequera
Muchos son los intentos realizados desde instancias interesadas, en coalición con instancias desinformadas y con otras que más que desinformadas son malintencionadas, de presentar como ejemplo de convivencia entre cristianos y musulmanes alguno que de ningún modo lo es o que lo es de lo que no se debe hacer. Aquí mismo hemos denunciado, y con insistencia, dos de ellos: el Califato cordobés y la Alianza de Civilizaciones. Pero que no cunda el pesimismo, que los ejemplos de sincero diálogo islamo-cristiano existen, y no son pocos.
Hoy quiero traer a este espacio uno de esos que, según entiendo, se alinea en la correcta dirección de lo que debe un trabajo en común dirigido hacia una verdadera convivencia en igualdad, mutuo entendimiento y recíproco respeto. Trátase del organismo nigeriano denominado el NIREC (Nigerian Inter Religious Council), creado por cristianos y musulmanes como marco para el diálogo interconfesional en un país tan conflictivo como Nigeria, el más poblado de Africa con 100 millones de habitantes; con varios centenares de colectivos étnico-culturales diferentes; y con una sociedad partida prácticamente en dos grupos religiosos de similar entidad, uno de cristianos de múltiples adscripciones (católicos, anglicanos, pentecostales) y otro de musulmanes.
Pues bien, el pasado 21 de enero, los principales representantes religiosos del país, entre los cuales el Arzobispo de Abuja y Presidente de la Christians Association of Nigeria (CAN), Mons. John Olorunfemi Onaiyekan, y el Sultán de Sokoto y Presidente del Nigeria Supreme Council for Islamic Affairs (NSCIA), Alhaji Muhammad Sa’ad Abubakar III, realizaron una declaración conjunta en la que se hacía una efectiva y enérgica condena de los eventos de enfrentamiento interreligioso ocurridos en el país, eventos que vienen durando más de veinte años, y que han costado ya la vida de más de doce mil personas. Y más concretamente de los registrados la pasada semana en Jos, ciudad en la que durante cuatro días de rapiña y odio, se ha registrado una cifra de víctimas mortales que podría ascender a las cuatrocientas:
“En nombre de las comunidades religiosas que representamos, condenamos con fuerza la nueva oleada de violencia que una vez más ha estallado en Jos y en sus alrededores en los días pasados”.
La Declaración contenía afirmaciones tan excelsas como las siguientes:
“La vida humana es sagrada y sólo Dios tiene el derecho de donarla o de quitarla. Por lo tanto, tiene que ser respetada, protegida y preservada por todos los hombres y las mujeres que afirman creer en Dios, bajo cualquier nombre”.
“Resolver cualquier tipo de disputa a través de la violencia y el derramamiento de sangre es un acto impío. La violencia no resuelve los problemas, los empeora”.
Ojalá ejemplos como éste se cundan, y así podamos manifestar la esperanza en los logros que cabe esperar del diálogo interreligioso, tan necesario, cuando sincero y sin trampas, para la convivencia en el planeta.
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