De la casa de Jesús, recién descubierta en Nazaret
por Luis Antequera
Si no exacta ni necesariamente la de Jesús, sí por lo menos de la aldea, y por lo que parece, de la época, en los que se desenvolvió su infancia y juventud.
Hablaba anteayer no más, de los importantísimos descubrimientos que en Tierra Santa se realizan cada día y que tanta información aportan sobre la época en la que se desarrolló la existencia de Jesús. Pues bien, hoy mismo se informa del hallazgo de una casa en Nazaret, descubrimiento que reviste mucha más importancia de la que se pueda barruntar, y no porque en ella hubiera podido jugar o hasta vivir Jesús de Nazaret, no, sino porque la propia existencia de la aldea de Nazaret ha dado lugar a los más insospechados enfoques de la cuestión.
Y es que algunos estudiosos de la figura de Jesús ponen en duda que alguna vez existiera una aldea de nombre Nazaret. Argumentan, y en ello no les falta la razón, que población de nombre tal no se menciona ni en el Antiguo Testamento ni en el Talmud, las dos grandes obras clásicas de la literatura judía, como tampoco en los escritos del gran historiador judío de la época Flavio Josefo.
Para alguno de estos autores, situados generalmente en posiciones muy escépticas, la ciudad de Nazaret sería poco menos que una argucia de los evangelistas encaminada a disfrazar una condición de Jesús que querrían encubrir por parecerles poco adecuada. Según dichos autores, Jesús, más que nazareno, lo que habría sido es nazireo, es decir alguien que habría pronunciado el voto de nazireato del que habla el libro de los Números (ver Nu. 6, 1 y siguientes), por el que durante un período de tiempo no necesariamente perpetuo, practicaría una serie de conductas, entre las cuales la no ingesta de alcohol, probablemente una determinada dieta, el no rapado de la cabeza, el no contacto con cadáveres, todo ello a la búsqueda de la purificación.
La casa recientemente descubierta sería, por lo tanto, de la máxima importancia por lo que de confirmatorio de la existencia de una aldea llamada Nazaret tiene. Y en consecuencia, para demostrar, una vez más, que las lecturas enrevesadas y en clave conspiratoria que algunos realizan de los Evangelios, acaban siempre o casi siempre desmentidas por la realidad de los hechos históricos.
Es más, para poner las cosas en su adecuado contexto, la casa ahora descubierta ni siquiera es la primera evidencia conocida de esta ciudad de Nazaret. Así, en Cesarea Marítima, una inscripción refiere el paradero de uno de los veinticuatro órdenes que se repartían el servicio del Templo cuando, al producirse la expulsión de los judíos por Adriano en el año 135, tiene que abandonar Jerusalén. Pues bien, en dicha inscripción se lee:
"El decimo-octavo curso sacerdotal [llamado] Hapizzez [se reubicó] en Nazaret"
Por su parte, el franciscano Bellarmino Bagatti, realizó prospecciones bajo la ubicación de la derruída Iglesia de la Anunciación, consumando los siguientes hallazgos que él mismo cita en su obra Excavaciones en Nazaret:
"Cronológicamente tenemos: tumbas del período intermedio del bronce; silos con cerámicas del período intermedio del hierro; y luego, sin solución de continuidad, cerámicas y construcciones del período helenístico hasta los tiempos modernos".
Bagatti halló cisternas de agua, prensas para aceitunas, cubas de aceite, piedras y silos para el grano, y tumbas de tipología netamente judía.
Un maravilloso regalo de Navidad en suma, el de esta casa nazarena, descubrimiento llamado a deparar, con toda probabilidad, grandes sorpresas todavía.
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