25-O: los Hospitalarios en Talavera (3)
El Hno. Gabriel García me hizo llegar días atrás estas notas de Luis Ruiz Rodríguez, autor de la espectacular pintura que hizo en 2013 con motivo de la beatificación de los mártires de San Juan de Dios.
Luis Ruiz Rodríguez es profesor de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de Granada y es viejo amigo y colaborador de los hermanos de San Juan de Dios y vecino de la Basílica de San Juan de Dios en Granada, donde tiene realizadas algunas obras, (Sacristía, San Rafael, Casa de los Pisa...).
Esta es UNA PEQUEÑA HISTORIA DEL CUADRO
«Hace algunos meses (se refiere a antes del 13 de octubre de 2013) se pusieron en contacto conmigo algunos hermanos que me hablaban de la inminente proclamación de los 24 nuevos beatos, los últimos hermanos mártires de la Orden Hospitalaria, y de la necesidad de representarlos en un cuadro… -“Debo ser reincidente” pensé yo- ante la sugerencia y el encargo de acometer “otra vez” un cuadro de los Mártires Hospitalarios.
Al principio se me dijo que hiciese algo “alegórico”, “sencillo”, sobre todo por la premura de tiempo; pero también me dijeron los buenos hermanos -comisionados para estos asuntos- que, una vez pintado el cuadro, iría destinado a la Capilla de la Casa de los Pisa en Granada -(nada menos, dije yo)- y como da la casualidad de que allí está colgado el otro cuadro que yo pinté, hace ahora 21 años, de los primeros mártires, beatificados en 1992, y que quedó instalado en ese santa-sanctórum, después de regresar de Roma cuando la beatificación y pasar por la Basílica de Granada, donde se expuso temporalmente en el altar mayor.
En fin, que el nuevo cuadro, el de los “nuevos” beatos mártires, iba a quedar instalado justo enfrente del cuadro de los “primeros” beatos: el mismo tema, pintados por el mismo autor… Así que las dos obras no podían competir entre sí, sino completarse y complementarse en armonía. No podíamos hacer algo “a la ligera”. Total: una papeleta.
A partir de convencerme y de decir que sí, surgieron las primeras ideas, materializadas en bosquejos, el tema iba tomando forma a través de dibujos y bocetos hasta que, desechando algunos tanteos, se acercaba a la idea pretendida. A continuación se empezó a trabajar en el lienzo definitivo, -nada liviano por su tamaño-, que poco a poco, paso a paso, día a día, se fue condensando como cuando aparece un paisaje al disiparse la niebla… y al final la búsqueda de la atmósfera, las luces, las calidades, las expresiones… en fin, eso es la pintura. Y el cuadro se pintó.
LA TÉCNICA
El cuadro tiene unas medidas de 3 x 2,20 metros. Está pintado sobre lienzo y en una técnica mixta o sea, hecho en dos fases: la primera con temple al huevo y pigmentos y la segunda al óleo, terminado con veladuras.
DESCRIPCIÓN, SIMBOLOGÍA
La escena que el cuadro representa es el instante mismo en que los hermanos, que acaban de ser víctimas de la barbarie, abandonan su existencia terrena y entran en el cielo, donde San Juan de Dios, con brazos y manos abiertas, los recibe amorosamente.
La corona de espinas simboliza el sacrificio y aquí rodea a la granada coronada de cruz y estrella, símbolo y emblema de la Orden Hospitalaria. Está situada en la intersección de los brazos de una cruz de luz y en el pecho de San Juan de Dios; es el punto, además, desde donde se irradia toda la luz dorada que ilumina la escena y es el centro visual del cuadro. El fondo representa unos espacios arquitectónicos en perspectiva, que le dan un toque de solemnidad y atemporalidad y aporta un gran atractivo a la escena. La escalera ascendente, que fuga hacia el centro luminoso de la arquitectura, es un buen recurso simbólico y visual, es claro signo se ascensión. Sus peldaños forman el estrado donde los hermanos se han encontrado. Y en un peldaño también está representada la palma, que simboliza el martirio sufrido por todos ellos y que parece que les indica camino.
Las actitudes de los hermanos son muchas y variadas: recogimiento, entusiasmo, meditación, asombro, emoción, reflexión, gozo… Unos ayudan a otros, algunos comunican sus sentimientos… Unos se arrodillan, otros se miran como despidiéndose, otros señalan al cielo o al padre que los recibe como en un saludo emocionado.
Para dar vida y materialización de la escena, el artista recurre a una “teatralización”, donde los personajes, el escenario, las luces y todos los elementos representado asumen sus correspondientes papeles y dan lugar a una obra coral, cargada de significados, donde se honra a esos héroes del sacrificio y del amor a los demás. Así, el cuadro es un conjunto de formas, composición y color y pretende ser una obra visualmente sugestiva y atractiva.
Será interesante contar que los modelos que posaron, todos ellos amigos y familiares y todos ellos “muy laicos”, cuando se vieron dentro del hábito de fraile estaban algo bromistas y juguetones, hasta que el pintor, como un director de cine, para poder componerlos y componer la escena, tuvo que decirles: -“Pensar que acabáis de ser fusilados y estáis entrando en el cielo…” Inmediatamente entraron en situación, actuaron y salieron unas poses estupendas. Ahí empezó el cuadro.
Y así podemos decir que el cuadro materializa una escena de gloria, de gozo, donde le damos a los personajes la significación de héroes y los situamos en el pódium de los campeones o en el pedestal eterno del cielo, desde donde serán siempre un ejemplo.
Ya estarán todos los hermanos mártires juntos, ya oficialmente beatos, los primeros y los “rezagados”, compartiendo este sagrado lugar, junto a la Cámara Santa.
Que ellos nos ayuden y nos protejan… Yo les he dado forma, para tenerlos cercanos y visibles. Ha sido un orgullo. Gracias».
Luis Ruiz Rodríguez es profesor de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de Granada y es viejo amigo y colaborador de los hermanos de San Juan de Dios y vecino de la Basílica de San Juan de Dios en Granada, donde tiene realizadas algunas obras, (Sacristía, San Rafael, Casa de los Pisa...).
Esta es UNA PEQUEÑA HISTORIA DEL CUADRO
«Hace algunos meses (se refiere a antes del 13 de octubre de 2013) se pusieron en contacto conmigo algunos hermanos que me hablaban de la inminente proclamación de los 24 nuevos beatos, los últimos hermanos mártires de la Orden Hospitalaria, y de la necesidad de representarlos en un cuadro… -“Debo ser reincidente” pensé yo- ante la sugerencia y el encargo de acometer “otra vez” un cuadro de los Mártires Hospitalarios.
Al principio se me dijo que hiciese algo “alegórico”, “sencillo”, sobre todo por la premura de tiempo; pero también me dijeron los buenos hermanos -comisionados para estos asuntos- que, una vez pintado el cuadro, iría destinado a la Capilla de la Casa de los Pisa en Granada -(nada menos, dije yo)- y como da la casualidad de que allí está colgado el otro cuadro que yo pinté, hace ahora 21 años, de los primeros mártires, beatificados en 1992, y que quedó instalado en ese santa-sanctórum, después de regresar de Roma cuando la beatificación y pasar por la Basílica de Granada, donde se expuso temporalmente en el altar mayor.
En fin, que el nuevo cuadro, el de los “nuevos” beatos mártires, iba a quedar instalado justo enfrente del cuadro de los “primeros” beatos: el mismo tema, pintados por el mismo autor… Así que las dos obras no podían competir entre sí, sino completarse y complementarse en armonía. No podíamos hacer algo “a la ligera”. Total: una papeleta.
A partir de convencerme y de decir que sí, surgieron las primeras ideas, materializadas en bosquejos, el tema iba tomando forma a través de dibujos y bocetos hasta que, desechando algunos tanteos, se acercaba a la idea pretendida. A continuación se empezó a trabajar en el lienzo definitivo, -nada liviano por su tamaño-, que poco a poco, paso a paso, día a día, se fue condensando como cuando aparece un paisaje al disiparse la niebla… y al final la búsqueda de la atmósfera, las luces, las calidades, las expresiones… en fin, eso es la pintura. Y el cuadro se pintó.
LA TÉCNICA
El cuadro tiene unas medidas de 3 x 2,20 metros. Está pintado sobre lienzo y en una técnica mixta o sea, hecho en dos fases: la primera con temple al huevo y pigmentos y la segunda al óleo, terminado con veladuras.
DESCRIPCIÓN, SIMBOLOGÍA
La escena que el cuadro representa es el instante mismo en que los hermanos, que acaban de ser víctimas de la barbarie, abandonan su existencia terrena y entran en el cielo, donde San Juan de Dios, con brazos y manos abiertas, los recibe amorosamente.
La corona de espinas simboliza el sacrificio y aquí rodea a la granada coronada de cruz y estrella, símbolo y emblema de la Orden Hospitalaria. Está situada en la intersección de los brazos de una cruz de luz y en el pecho de San Juan de Dios; es el punto, además, desde donde se irradia toda la luz dorada que ilumina la escena y es el centro visual del cuadro. El fondo representa unos espacios arquitectónicos en perspectiva, que le dan un toque de solemnidad y atemporalidad y aporta un gran atractivo a la escena. La escalera ascendente, que fuga hacia el centro luminoso de la arquitectura, es un buen recurso simbólico y visual, es claro signo se ascensión. Sus peldaños forman el estrado donde los hermanos se han encontrado. Y en un peldaño también está representada la palma, que simboliza el martirio sufrido por todos ellos y que parece que les indica camino.
Las actitudes de los hermanos son muchas y variadas: recogimiento, entusiasmo, meditación, asombro, emoción, reflexión, gozo… Unos ayudan a otros, algunos comunican sus sentimientos… Unos se arrodillan, otros se miran como despidiéndose, otros señalan al cielo o al padre que los recibe como en un saludo emocionado.
Para dar vida y materialización de la escena, el artista recurre a una “teatralización”, donde los personajes, el escenario, las luces y todos los elementos representado asumen sus correspondientes papeles y dan lugar a una obra coral, cargada de significados, donde se honra a esos héroes del sacrificio y del amor a los demás. Así, el cuadro es un conjunto de formas, composición y color y pretende ser una obra visualmente sugestiva y atractiva.
Será interesante contar que los modelos que posaron, todos ellos amigos y familiares y todos ellos “muy laicos”, cuando se vieron dentro del hábito de fraile estaban algo bromistas y juguetones, hasta que el pintor, como un director de cine, para poder componerlos y componer la escena, tuvo que decirles: -“Pensar que acabáis de ser fusilados y estáis entrando en el cielo…” Inmediatamente entraron en situación, actuaron y salieron unas poses estupendas. Ahí empezó el cuadro.
Y así podemos decir que el cuadro materializa una escena de gloria, de gozo, donde le damos a los personajes la significación de héroes y los situamos en el pódium de los campeones o en el pedestal eterno del cielo, desde donde serán siempre un ejemplo.
Ya estarán todos los hermanos mártires juntos, ya oficialmente beatos, los primeros y los “rezagados”, compartiendo este sagrado lugar, junto a la Cámara Santa.
Que ellos nos ayuden y nos protejan… Yo les he dado forma, para tenerlos cercanos y visibles. Ha sido un orgullo. Gracias».
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