Martes, 24 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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14h del 28 de octubre, en la checa de Neila en Santander

por Jorge López Teulón

El 8 de noviembre se celebra la fiesta litúrgica de los Beatos Avelino Rodríguez y compañeros, mártires. En las filas de la Orden de San Agustín destaca el Beato Anselmo Polanco, obispo de Teruel y los procesos de cinco grupos que fueron aprobados por el Papa Juan Pablo II el 11 de marzo de 2005. El grupo más numeroso está compuesto por 65 religiosos del Monasterio de El Escorial (Madrid), 10 agustinos de Uclés (Cuenca), también 10 de Caudete (Albacete), 9 de Gijón y Santander, y 4 de Málaga. La fría estadística no puede olvidar la generosa entrega de religiosos agustinos de las edades más diversas y comprometidos con empeños pastorales también diferentes. Este grupo de 98 agustinos fue beatificado, junto a otro grupo de mártires españoles –hasta un total de 498–, el 28 de octubre de 2007 en la Plaza de San Pedro. ¡Han pasado ya cuatro años!
Hace 75 años sufrieron el martirio en esta fecha dos agustinos del Colegio para niños pobres en la calle Ruamayor de Santander. Nos lo cuenta el Padre Eliseo Bardón Bardón en su libro “104 mártires de Cristo, 98 agustinos y 6 clérigos diocesanos” escrito en colaboración con el Padre Modesto González y publicado en Madrid en 2008.

Colegio Santo Domingo de Santander
En 1902 el Provincial de Filipinas, el agustino Padre Lobo, aceptó la dirección de las Escuelas de Santo Domingo, fundadas por doña Regale Arraiga, para niños de clase humilde, hijos de pescadores. Dicho centro estaba situado en el nº 30 de la calle Ruamayor. La Provincia recibió esta obra social, económicamente deficitaria, y continúo manteniéndola hasta el verano de 1936. En el primer año tuvo una matrícula de 40 alumnos que pronto pasaron hasta cien y después a trescientos. Los padres agustinos alternaban la docencia con la ayuda ministerial a los párrocos de la zona.
Los agustinos que allí trabajaban estuvieron en relativa calma hasta el 2 de agosto de 1936. Tuvieron que aguantar una molesta guardia de dos milicianos, a la puerta de la capilla, a los que alimentaban para tenerlos un poco amansados. Cuando se presentaron ese día, les dieron un plazo de dos horas para abandonar el Colegio.
En el año 1936 la Comunidad de Santo Domingo estaba compuesta por diez religiosos, cinco de los cuales sufrieron persecución y martirio.
Los dos primeros en ser martirizados son los protagonistas de este día. Se trata de los beatos Claudio Julián García San Román y Leoncio Lope García, asesinados el 28 de octubre de 1936.
Los beatos Eugenio Cernuda Febrero (que nació en Zaratán (Valladolid) el 15 de noviembre de 1900, bajo estas líneas fotografía de la izquierda) y Miguel San Román Fernández (que nació en Tábara (Zamora) el 12 de agosto de 1879, fotografía de la derecha), fueron sacados de una pensión el 18 de diciembre de 1936 y fusilados aquella misma noche en el cementerio de Cirirego (municipio de Santander).




El quinto es el beato Epifanio Gómez Álvaro (natural de Lerma (Burgos), que nació el 7 de abril de 1874) y que fue arrojado vivo al mar el 27 de diciembre de 1936, con las manos atadas a la cintura y una piedra colgada al cuello. Los datos publicados por una comisión de médicos franceses, para hacer el estudio técnico de un grupo de cadáveres arrastrados por las corrientes marinas hasta las playas de La Vendée, demuestran que el Padre Epifanio se encontraba entre ellos por tener marcadas las prendas personales.



Beato Claudio Julián García San Román
Nació en Puebla de Sanabria (Zamora) el 9 de enero de 1904, siendo bautizado cuatro días más tarde y confirmado el 26 de septiembre de 1909. Fueron sus padres Francisco y Carmen, agricultores y ganaderos como lo era la mayor parte de la gente de esta comarca.
Tras cursar estudios en su pueblo natal, pidió el ingreso en la Orden de San Agustín y comenzó el noviciado en el Real Colegio de Valladolid, tomando el hábito el 21 de agosto de 1919. Aquí emitió la profesión simple. En 1923, se trasladó al monasterio de Santa María de La Vid (Burgos), donde realizó la profesión solemne el 22 de febrero de 1925. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de octubre de 1927.
Su primer destino fue el colegio internado de Calatrava en Salamanca. De ahí pasó a la residencia de Santander, en la que simultaneó el apostolado pastoral y la enseñanza en las escuelas gratuitas para niños de las familias de los pescadores, situadas en la calle Ruamayor.
 
Beato Leoncio Lope García
Hijo de Teodoro y Catalina, nació en Tordómar (Burgos) el 24 de abril de 1902, siendo bautizado al día siguiente. Se confirmó el 26 de enero de 1906. Educado con esmero en los fundamentos de la fe cristiana, ingresó muy joven en la congregación de San Vicente de Paúl, en la que permaneció hasta terminar el estudio de la filosofía y un año de teología. Reflexionó profundamente sobre lo que el Señor quería de él, tras lo cual pidió el ingreso en la Orden de San Agustín, tomando el hábito el 2 de febrero de 1930 en Uclés (Cuenca).
Tras emitir los votos simples un año después, marchó a concluir los estudios de teología al monasterio de Santa María de la Vid; finalizados, regresó a Uclés donde emitió la profesión de votos solemnes el 3 de febrero de 1934. Su nuevo y último destino será en las escuelas gratuitas de Santo Domingo en Santander, en las cuales apenas si estuvo dos cursos, pues el 18 de julio le sorprendió la contienda nacional y la persecución religiosa. Aunque ya había terminado la carrera eclesiástica, aún no había sido ordenado sacerdote.
 
El 2 de agosto de 1936
Los religiosos del Colegio de Santo Domingo estuvieron en relativa calma hasta primeros de agosto. Empezaron, como decíamos al principio del artículo, poniéndoles una molesta guardia a la puerta de la capilla para controlarlos. Estando así las cosas, el 2 de agosto, se presentaron allí unos treinta milicianos más el teniente de la policía conminando a los diez agustinos a abandonar el edificio. Salieron con sus equipajes y se hospedaron en diversas fondas. Siguieron celebrando misa en iglesias y oratorios privados hasta el 12 de septiembre.
El Padre Claudio García y Fray Leoncio Lope se refugiaron en una fonda de la calle Pedrueca, nº 7. Allí permanecieron durante un mes sin incidentes desagradables hasta que el 28 de octubre se inició la tragedia final.
Fray Leoncio venía dando clases particulares a un niño, y aunque le advirtieron que tuviese cuidado, porque el portero de la casa en la que vivía el niño era un mal hombre, el ingenuo religioso creyó que con unos ocho días de ausencia, bastaba para disipar el peligro; al cabo de los cuales volvió y, en el domicilio del alumno, lo detuvieron.
Condujeron al Beato Leoncio a su hospedaje para efectuar un registro. Al llegar comprobaron que en su cuarto había otra cama, que era la del padre Claudio Julián. Los milicianos esperaron su llegada.
Al llegar el Padre García se puso en guardia al ver un coche a la puerta de la fonda. Dentro ya del edificio, le advirtieron que huyese, pues le estaban esperando. Él retrocedió y se fue a consultar a otro padre y al superior sobre qué hacer, y aunque le aconsejaron que no regresase, su argumento fue contundente: “-No habiendo hecho yo nada a nadie, nadie tiene tampoco nada que hacerme a mí”. Así se entregaba él mismo a la muerte con valentía, con fe y confianza en Dios. Tampoco quiso dejar sólo a su hermano. Sin más, entró en la casa, y, al subir a la habitación, los policías de la checa le interrogaron:
“-¿Usted, quién es?”
“-Soy un padre agustino”, contestó con firmeza. Fue suficiente. Inmediatamente se llevaron a los dos agustinos
Eran las dos tarde.
 
En la checa de Neila
En Santander existían tres checas: la Municipal, la de la Calle del Sol y la de los Ángeles Custodios, a las que habría que añadir el buque-prisión Alfonso Pérez, fondeado en la Bahía, del que hablamos hace unos días. En estas checas o a través de ellas decenas de sacerdotes, religiosos, militares o simples católicos fueron torturados y asesinados.


Al frente de la checa de la calle del Sol, y de la llamada Comisión de Policía del Frente Popular -encargada de dirigir la represión llevada a cabo por el régimen republicano-, se encontraba el socialista Manuel Neila, un antiguo dependiente de textiles en una tienda del Paseo Pereda de Santander y que fue el responsable de muchos de los asesinados, las torturas y los robos de propiedades de los considerados enemigos de la República. Neila junto a otros dirigentes frentepopulistas participará igualmente en la jornada de ejecuciones de prisioneros del buque-prisión Alfonso Pérez el 27 de diciembre de 1936.
El Padre Claudio Julián García y Fray Leoncio Lope fueron conducidos a la checa de la calle del Sol, donde fueron asesinados esa misma jornada. Sus cuerpos nunca se encontraron.
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