Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Lágrimas, calor y presencia de Dios

De Zoroastro a Jesucristo: Khurshid era parsi, pero Dios la guió con sueños hacia el bautismo

Ritual zoroastriano en un Templo del Fuego en EEUU
Ritual zoroastriano en un Templo del Fuego en EEUU

P. J. Ginés/ReL

No quedan muchos zoroastrianos, seguidores de la religión del antiquísimo profeta persa Zoroastro (también llamado Zaratustra). Son quizá dos millones y medio de personas, que viven sobre todo en Irán (pequeña minoría entre musulmanes) y en la India (diminuta minoría entre hindúes). En la India usan también el nombre de "parsis" (de donde viene "Persia"). Hay además comunidades emigradas a Occidente.

Cada día visitaba el Templo del Fuego
A una familia parsi de la India pertenecía Khurshid Jilla. "Mi madre venía de una familia de sumos sacerdotes y yo desde la infancia fui persona de oración", recuerda esta mujer. "Visitaba el Templo del Fuego cada día antes de ir a la universidad y también durante mi vida laboral".

Khurshid señala los tres principios básicos del zoroastrismo: "Buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones".

Se trata de una religión ética: no hay predestinación, los hombres son libres para actuar, y deben luchar escogiendo el bien y evitando el mal. Dios, el Dios del bien y la luz, es Ahura Mazda, y Zaratustra es el profeta humano que simplificó y perfiló la religión que le sirve. Así, él enseñó que el fuego, la llama inextinguible que se mantiene en los templos, no era un dios, sino un símbolo de Dios.

El profeta y el Avesta, el libro sagrado
No se sabe cuándo vivió Zoroastro: en algún momento entre el 900 y el 500 antes de Cristo. Es posible que él compusiera algunos de los más antiguos "gatha", los cánticos más primitivos del "Avesta", el libro sagrado zoroastriano. El resto del libro es muy posterior: se cree que se recopiló o compuso en el siglo IV dC, y la copia más antigua que se conserva es del siglo XIII d.C.

"Yo creía en Dios, rezaba regularmente y visitaba el templo la mayoría de los días, y también quería ayudar a los pobres y necesitados", recuerda Khurshid. Pero ella tenía la sensación de que "estas normas no eran bastante. Quería saber más de Dios. Hacía preguntas sobre los rituales. Pero los años pasaban y sentí que las respuestas no respondían a los misterios que me inquietaban. Me hacía preguntas sobre la muerte. ¡A los 7 años tuve un sueño! Vi la otra vida, un lugar lleno de luz con un trono, que me impresionó profundamente. Y siempre busqué respuestas para este sueño deleitoso".

Sola, sin trabajo, emigrante
Pero la vida fue complicada para la joven Khurshid: su familia se rompió, sus padres murieron pronto, y ella se encontró con 34 años de edad, sola y sin trabajo como emigrante en Australia. "Era un momento duro. Me solía sentar a fumar y mirar al cielo haciéndome preguntas: ¿Por qué nací? ¿Dónde estás, Dios? ¿Por qué estoy en esta situación? ¿Estás vivo, puedes oírme? Podía estar horas así".

Un día de julio de 2002, salió a pasear hacia Malabar Beach, en Sydney, y pasó junto a la parroquia católica de Saint Andrew. "De alguna forma, sentí que tenía que entrar", recuerda. "No sé cómo explicarlo, pero sentí que la iglesia me llamaba a entrar. Era un día laborable al anochecer, y pensé que estaría cerrada. Pero para mi asombro estaba abierta. Entré y sentí de verdad ¡algo tan real! Era una presencia. La presencia de Dios. Pero no pude entenderlo, y pensé que todo era muy extraño, así que después de estar un ratito me fugué".

Calor y lágrimas
"Al día siguiente volví a la misma hora y de nuevo estaba abierta la iglesia. Oscura y fría. Pero sentí un calor súbito, como si alguien me abrazara. Y me encontré llorando. No podía dejar de llorar y continuamente me preguntaba: ¿por qué lloro?"

A partir de esa experiencia, Khurshid empezó a acudir a esa parroquia y a asistir a la misa. "No entendía nada de los rituales católicos, y ningún católico me los explicaba. Empecé a visitar otras iglesias cristianas y encuentros de oración. Vi que otros cristianos sentían pasión por su fe en Jesucristo y que sabían más sobre la Biblia. Mi sed por conocer a Dios se incrementaba sin cesar y descubrí que las preguntas que hacía a Dios estaban respondidas en la Biblia".

Cristo y la sanación
Dio la bienvenida a Cristo como un compañero, y una forma de acceder a la sabiduría de Dios. "Cristo caminaba conmigo, me dirigía, me hablaba de formas misteriosas, desplegaba misterios ante mí. Empecé a centrar mi mente en Él. Mi corazón endurecido y desanimado empezó a tener esperanza. Encontré consuelo en Jesús. Empecé a experimentar sanación de mente, cuerpo y espíritu. Encontré un trabajo, dejé de fumar. Podía ya pagar mis deudas y entendí que podría gestionar mejor mi vida caminando con Jesús".

Pasaron 4 años de exploración de la fe cristiana y la relación con Cristo. En junio de 2006 Khurshid rezaba el Rosario y otras oraciones católicas. Y sintió el impulso de Dios a convertirse, a bautizarse. Lo sintió varias veces, pero ella se negaba.

Lealtad a la fe de los ancestros
"Tenía un sentimiento de deberle lealtad al zoroastrismo. No era sólo un tema de hábito o cultura, era más profundo. Se espera que si has vivido en esta fe, morirás en ella. Era difícil renunciar a la fe tradicional de mis ancestros. Me interesaba el cristianismo, que era una forma de vivir, y me gustaba caminar con Jesús, sentir a Dios vivo. Me encantaban las oraciones, y había tenido experiencias extraordinarias desde que conocí a Jesús personalmente. Pero dejar ir el pasado era una lucha. Pensé que podía seguir acudiendo a varios grupos cristianos sin afrontar el paso último de la conversión".

Pero una vez más, Dios la guió con sueños.

"Soñé con una luz enorme, y oía que alguien me conducía por la selva. Una voz me dijo: ¿por qué eres tan tozuda? ¿Por qué no te bautizas? Y respondí en el sueño: ´soy zoroastriana´. Sentí entonces que la voz era de Jesús y vi una cascada enorme a distancia. Al acercarme a la cascada, vi grandes gotas de luz blanca que caían a mi alrededor, y a Jesús mismo bautizándome".

Y en ese momento se despertó. "Menos mal, solo era un sueño", pensó. Pero esas imágenes se repetían en sus pensamientos. Y rezó: "¿Señor, por qué quieres que me bautice?" Y sintió una respuesta que vino a ella: "Porque quiero que hagas mi trabajo". Y se encontró respondiendo: "bueno, quiero hacer tu trabajo".

La Eucaristía, la Virgen y la Cruz
En diciembre de 2006, aún sin bautizar, cerró los ojos para rezar y a su mente acudieron imágenes de la Crucifixión y de la Virgen al pie de la Cruz. Ella sintió que Cristo y la Virgen querían decirle algo sobre la Eucaristía. Escuchó una voz que decía: "mírame, ésto es lo que es la Eucaristía, no es sólo un poco de pan, por esto has de ser bautizada". Se arrodilló y lloró. "Sentí que todo era real, sucediendo ante mí. Y entendí que era un punto sin retorno. Supe que Dios quería que me bautizase".

Se bautizó el 7 de abril de 2007, día de Pascua, en la parroquia de Saint Christopher, llena de "fuego y amor de Jesús en la Eucaristía y en mis oraciones". "He encontrado un verdadero amigo, Jesús, y creo que hay mucho más que voy a conocer de Dios, y de una vida recta. Soy una ´tarea en proceso´".

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