Beatificada como mártir Isabel Cristina Mrad Campos, asesinada a los 20 años por un violador
Este domingo, después de la oración del Ángelus, el Papa Francisco alabó el "ejemplo heroico" de Isabel Cristina Mrad Campos, una joven devota que fue asesinada en 1982, a la edad de 20 años, por un hombre que intentó violarla. La Iglesia la beatificó este sábado 10 de diciembre al considerarla una mártir, que murió defendiendo su virtud cristiana, y el odio de su asesino hacia su resistencia se considera odio hacia la fe.
El Papa, en el rezo del Ángelus, dijo: “Que su ejemplo heroico inspire sobre todo a los jóvenes a dar un testimonio generoso de su fe y de su adhesión al Evangelio”.
El proceso de beatificación se inició en el año 2001. En octubre de 2020, el Papa Francisco reconoció su martirio, pero debido a la pandemia, la ceremonia de beatificación se fue aplazando hasta este sábado. La presidió el cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo emérito de Aparecida, en el Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, en Barbacena (Minas Gerais, Brasil), en la presencia orante de miles de fieles.
Vídeo de la beatificación, empieza pasada 1 hora de vídeo.
Muchos han hablado de Cristina Mrad como de una "María Goretti brasileña", aunque hay alguna diferencia: Santa María Goretti fue asesinada en Italia con apenas 11 años en 1902, Cristina tenía 20 años. Ambas murieron por numerosas cuchilladas de un hombre enfurecido que primero les solicitó relaciones sexuales y después trató de usar la fuerza.
Damasceno comentó la lectura del día en la beatificación, cuando Jesús dice a los Apóstoles: “No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma”.
El cardenal hizo alusión a enseñanzas ligadas al martirio, como la de Tertuliano en el siglo III ("La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”) y la de San Óscar Romero, mártir en 1980: “El martirio es una gracia de Dios, que no merezco. Con el sacrificio de mi vida, espero que mi sangre sea semilla de libertad y signo de que la esperanza se hará realidad”.
Cuadro oficial de la beatificación de Isabel Cristina Mrad.
Damasceno remarcó también que Cristina Mrad era una cristiana de gran fe y valores evangélicos grabados en su corazón. Y dirigiéndose a la mártir, ya intercesora celestial, dijo: “Que tu ejemplo nos dé valor para aceptar las cruces, los sufrimientos, las angustias y los dolores de nuestra vida cotidiana. Si estamos con Jesús, mártir por excelencia, mártir de los mártires, ¡no tenemos nada que temer!”
Se confeccionaron para la beatificación 300 reliquias primarias (partes de su cuerpo: fragmentos de hueso, cabello, sangre) y 40.000 reliquias secundarias (pedacitos de tela u objetos de la beata), repartidas entre los fieles y las diócesis.
Vida y martirio de la beata Isabel Cristina Mrad
Isabel Cristina Mrad Campos nació el 29 de julio de 1962 en Barbacena, estado de Minas Gerais, y fue criada por sus padres, José Mendes Campos y Helena Mrad, católicos de espiritualidad paúl o vicentina. Su padre fue presidente del Consejo Vicentino de Barbacena y la chica, desde adolescente, fue voluntaria en la Conferencia de San Vicente.
En Barbacena fue bautizada y recibió la Primera Comunión, y allí está ahora su tumba que recibe a numerosos peregrinos.
Isabel acudía con frecuencia a Misa y recibía los sacramentos. Era particularmente “sensible” ante “los más pobres, los ancianos y los niños, algo que ciertamente aprendió en su familia, que era vicentina”.
Isabel se mudó con su hermano a un pequeño apartamento en Juiz de Fora, también en Minas Gerais, en 1982, para asistir a un curso de preparación para ingresar a la Facultad de Medicina. Quería ser pediatra y ayudar a niños necesitados. Solía rezar en la Iglesia del Cenáculo, “donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento”.
El 30 de agosto, un joven operario acudió a ayudarla a montar un armario: ya ese día hubo una discusión que ella comentó luego a su hermano y amigas. El 1 de septiembre, él volvió, en teoría para terminar de montar el armario, pero en realidad con la voluntad de aprovecharse de la chica.
Viéndose rechazado, la golpeó en la cabeza con una silla pequeña, la amordazó con pedazos de sábana y la amarró con cuerdas. Según recoge la Causa de Beatificación, sus vestidos fueron completamente arrancados. El agresor subió el volumen de la radio y de la TV para camuflar los ruidos. Ella no dejó de resistirse y el agresor la cubrió de puñaladas.
La investigación policial encontró la alfombra empapada en sangre y contó 15 puñaladas en el cadáver de la joven: dos en sus partes íntimas y 13 en la espalda. Los forenses confirmaron que no llegó a violarla. El asesino, detenido y condenado, Maurílio Almeida de Oliveira, murió a los 43 años de causas naturales.